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Claude von Appetit
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- Podría, pero no representaban un peligro real -contesto. En realidad he llegado a estar bastante preocupado, Momo parece algo torpe-. Si hubiese utilizado todo mi poder para petrificarlos con una mirada, ¿ahora mismo te sentirías tan realizado como estás? Disfruta de tu victoria, que te la mereces.
Parece un poco cansado. Lo entiendo, se trata de una situación particularmente difícil para él. Tanto tiempo solo, ahora con alguien que no cuestiona la identidad que ha elegido... Qué triste debía de ser su vida antes de conocerme. Bueno, en realidad creo que eso se puede aplicar a casi cualquier persona, pero concretamente Momo por fin tiene a alguien que lo apoya y lo comprende, un amigo. No tanto como un hermano, claro, no es para tanto, pero seguro que nunca ha tenido una relación igual con nadie. Pero así es como un verdadero capitán debe tratar a sus tripulantes: Con cariño y comprensión.
En cualquier caso avanzo por el pasillo. Una flecha dorada apunta al despacho de Wonka, y si algo sé de él ahora mismo estará bañándose en billetes mientras come chocolate como un cerdo pensando en conseguir más dinero y culpándose a sí mismo porque su glotonería le está costando pasta. Era así hace unos años y seguro que lo sigue siendo ahora, porque esta maldita gente nunca cambia.
- ¿Sabes, Momo? Wonka solía ser compañero mío cuando estábamos en la Marina -le comento-. Era un patán inútil y arrogante, un botarate descerebrado que no sabía manejar ni un lápiz que solo estaba ahí mientras su padre espichaba para poder ponerse al frente de la compañía. Ten mucho cuidado con él, porque intentará convencerte de que no le quites su dinero, pero debes hacerlo: No le pertenece. ¡Ahá!
Abro la puerta de una patada. En cierto modo me siento decepcionado: Es cierto que se está dando un baño de billetes, que no dejan de caer desde un tubo hasta el barreño en el que está. También es correcto decir que está comiendo chocolate, porque lo está haciendo. Sin embargo, y a pesar de esto, de cintura para arriba está volcado sobre una mesa haciendo papeleo mientras maldice entre dientes acerca de lo gordo que está. Ciertamente está gordo, pero me lo esperaba un poco más maniático, más villano, más... No sé, le falta vida. Cuando por fin repara en nosotros, casi un minuto tras el portazo, su expresión simplemente se vuelve vacía.
- Si habéis venido a robar no me queda dinero -explica-. Ahora, si me lo permitís, tengo que trabajar. -Devuelve la mirada a los papeles y vuelve a ignorarnos.
Parece un poco cansado. Lo entiendo, se trata de una situación particularmente difícil para él. Tanto tiempo solo, ahora con alguien que no cuestiona la identidad que ha elegido... Qué triste debía de ser su vida antes de conocerme. Bueno, en realidad creo que eso se puede aplicar a casi cualquier persona, pero concretamente Momo por fin tiene a alguien que lo apoya y lo comprende, un amigo. No tanto como un hermano, claro, no es para tanto, pero seguro que nunca ha tenido una relación igual con nadie. Pero así es como un verdadero capitán debe tratar a sus tripulantes: Con cariño y comprensión.
En cualquier caso avanzo por el pasillo. Una flecha dorada apunta al despacho de Wonka, y si algo sé de él ahora mismo estará bañándose en billetes mientras come chocolate como un cerdo pensando en conseguir más dinero y culpándose a sí mismo porque su glotonería le está costando pasta. Era así hace unos años y seguro que lo sigue siendo ahora, porque esta maldita gente nunca cambia.
- ¿Sabes, Momo? Wonka solía ser compañero mío cuando estábamos en la Marina -le comento-. Era un patán inútil y arrogante, un botarate descerebrado que no sabía manejar ni un lápiz que solo estaba ahí mientras su padre espichaba para poder ponerse al frente de la compañía. Ten mucho cuidado con él, porque intentará convencerte de que no le quites su dinero, pero debes hacerlo: No le pertenece. ¡Ahá!
Abro la puerta de una patada. En cierto modo me siento decepcionado: Es cierto que se está dando un baño de billetes, que no dejan de caer desde un tubo hasta el barreño en el que está. También es correcto decir que está comiendo chocolate, porque lo está haciendo. Sin embargo, y a pesar de esto, de cintura para arriba está volcado sobre una mesa haciendo papeleo mientras maldice entre dientes acerca de lo gordo que está. Ciertamente está gordo, pero me lo esperaba un poco más maniático, más villano, más... No sé, le falta vida. Cuando por fin repara en nosotros, casi un minuto tras el portazo, su expresión simplemente se vuelve vacía.
- Si habéis venido a robar no me queda dinero -explica-. Ahora, si me lo permitís, tengo que trabajar. -Devuelve la mirada a los papeles y vuelve a ignorarnos.
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Me sorprendió levemente que este ser egocéntrico demostrase en palabras su poder diciente que podría petrificar a alguien con la mirada... La muchacha era peligrosa pero para nada imponía tanto como para petrificar a alguien con solo su presencia, a cada minuto que pasaba me sorprendía más. Luego me comentó sobre Wonka, lo más interesante que saqué de ahí es que Claude había estado en la marina, ¿Alguien como el siguiendo ordenes? No me cabía en la cabeza, seguramente lo echarían por desobedecer a la autoridad, yo me consideraba con más dedos de frente y me largué en cuanto pude, seguro a ella le dieron la patada por que no ganaban a psicólogos... -¿Has sido marine?- Me empezaba a preocupar tener más cosas en común con este diablo de lo que debería.
De una patada hace una entrada triunfal cual protagonista de un libro de detectives encontrando al culpable, la escena era la verdad que desconcertante y las primeras palabras que cruzamos más aún si cabe... -¿No tienes dinero? Literalmente te estás bañando en el...- Cierto era que pensé alguna que otra vez en bañarme en dineritos pero una vez visto y con la silueta de Wonka la verdad que decepciona bastante... -Iré al grano, el dinero de tus trabajadores, los que engañaste con lo de la ni me acuerdo que rota que tuvieron que pagar ellos, devuélvelo y nos largamos, simple y fácil, niégate y aquí mi capitán te arrastrará al infierno...- Comenté cosa totalmente cierta pues cuando me dí la vuelta ya empezaba a captar el peligroso olor a humo en el ambiente, parece ser que nadie había conseguido sofocar el incendio. Nos ignoró y volvió al papeleo, ¿En que cabeza cabe? Que se han presentado dos en tu puerta exigiendo dinero... Bueno, quizás estaba acostumbrado, cosa que tampoco sería extraña...
De la habitación de al lado entró un hombre bajito pero eso sí, vacilon, que tenía lo que todos los del bar querían un fajote de dinero en mano -Me llevo mi parte- Me interpuse entre el y la salida -¿Tu parte?- No sabía si se merecía ese dinero o no, pero hasta nueva información, ese dinero le pertenece a nuestros amigos del bar -Apártate...- Dijo con tono autoritario, miré a mi capitán y dudé de que me echara una mano, supuse que se quedaría hablando con su antiguo compañero, con el enanito verde de su hombro o haciendo una nueva locura... -A ti no te apetece explicarle a este hombre como van las cosas ¿no?- Había demostrado controlar la situación, a ver si con suerte se encargaba del resto de la historia y yo no me desquiciaba tanto...
De una patada hace una entrada triunfal cual protagonista de un libro de detectives encontrando al culpable, la escena era la verdad que desconcertante y las primeras palabras que cruzamos más aún si cabe... -¿No tienes dinero? Literalmente te estás bañando en el...- Cierto era que pensé alguna que otra vez en bañarme en dineritos pero una vez visto y con la silueta de Wonka la verdad que decepciona bastante... -Iré al grano, el dinero de tus trabajadores, los que engañaste con lo de la ni me acuerdo que rota que tuvieron que pagar ellos, devuélvelo y nos largamos, simple y fácil, niégate y aquí mi capitán te arrastrará al infierno...- Comenté cosa totalmente cierta pues cuando me dí la vuelta ya empezaba a captar el peligroso olor a humo en el ambiente, parece ser que nadie había conseguido sofocar el incendio. Nos ignoró y volvió al papeleo, ¿En que cabeza cabe? Que se han presentado dos en tu puerta exigiendo dinero... Bueno, quizás estaba acostumbrado, cosa que tampoco sería extraña...
De la habitación de al lado entró un hombre bajito pero eso sí, vacilon, que tenía lo que todos los del bar querían un fajote de dinero en mano -Me llevo mi parte- Me interpuse entre el y la salida -¿Tu parte?- No sabía si se merecía ese dinero o no, pero hasta nueva información, ese dinero le pertenece a nuestros amigos del bar -Apártate...- Dijo con tono autoritario, miré a mi capitán y dudé de que me echara una mano, supuse que se quedaría hablando con su antiguo compañero, con el enanito verde de su hombro o haciendo una nueva locura... -A ti no te apetece explicarle a este hombre como van las cosas ¿no?- Había demostrado controlar la situación, a ver si con suerte se encargaba del resto de la historia y yo no me desquiciaba tanto...
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- Oh sí -respondo-. Y de los mejores. Navegué hasta el Nuevo Mundo dirigiendo a los marineros más bravos de la flota más valiente de la Marina en busca de uno de los bienes más preciados del mundo: Una fruta del diablo. Fue en Thesalia, de hecho, y ahí me gané mi apodo. Y... -Con suavidad golpeo el pomo de mi arma-, a Pluma, claro.
Entramos, pasamos por toda la escenita del dinero, Momojiro sigue reconociendo que soy su capitán... ¿Debería darle un abrazo? No sé, quizá le estaría mandando señales confusas si hago eso. Al fin y al cabo no puedo evitar fijarme en cómo me mira, pero bueno. Mejor no, pero porque debo mantenerme firme ante Wonka. Ese maldito gordinflón y berzotas que siempre me sacó de mis casillas.
- ¡Por fin volvemos a encontrarnos, Willbur! -exclamo, adoptando una pose dramática-. Jamás pensaste que después de tu necia conjura volvieses a verme pero aquí estoy, dispuesto a clamar venganza. ¡Arrepiéntete, miserable!
Me mira de arriba a abajo con cierta indiferencia y vuelve a sus cosas.
- Disculpa, ¿tú quién eres?
- ¡Pero serás! ¿Cómo osas insultar a mi memoria? Esta ofensa no pasará sin castigo; ¿quién te crees que eres, maldita sea? ¡Te salvé la vida tres veces! ¡Hasta morí en una de ellas!
- Pareces muy entero para haber muerto -contesta, sin inmutarse.
- ¡Claro! ¡Porque viví! -Consciente de que lo que acabo de decir puede resultar algo confuso, opto por aclararlo-: A ver, no morí morí. Solo... Morí, ¿sabes? No de verdad, pero toda la Marina me dio por muerto durante una semana para que pudiese salvar tu seboso culo. ¿Cómo has podido olvidarlo?
- Quizá porque nunca he estado en la Marina. Mi...
- ¡¿Pero cómo que no?! Ya basta de mentiras; se acabó. No quiero oír nada más de ti.
- Perfecto.
Me giro hacia Momo. Parece que necesita que intervenga en un conflicto diplomático antes de que la cosa empiece a caldearse a base de bien... Me encojo de hombros. Si Wilbur no me recuerda, qué se le va a hacer.
- Sí, solo dame un momento...
Cojo carrerilla y me lanzo contra Wonka en un placaje que revienta su barreño de dinero. Chilla como un cerdo dolorido, y debajo de tanta grasa esconde unas patitas atrofiadas por los años de sedentarismo. No puedo evitar apiadarme de él. Sin embargo...
- ¡Momo! ¡Este hombre ha puesto un huevo!
Literalmente, parece un huevo de pascua. Espirales a su alrededor dibujando patrones... Sé lo que es, y su asqueroso olor a sudor y putrefacción me lo confirman. Podría aprovechar muy bien este poder en manos de un usuario experto y Momo es la persona adecuada para ello. Así pues, me acerco a él amigablemente, le abro la boca de par en par y le meto el apestoso huevo en ella.
- Es el precio del poder. Lo siento.
Entramos, pasamos por toda la escenita del dinero, Momojiro sigue reconociendo que soy su capitán... ¿Debería darle un abrazo? No sé, quizá le estaría mandando señales confusas si hago eso. Al fin y al cabo no puedo evitar fijarme en cómo me mira, pero bueno. Mejor no, pero porque debo mantenerme firme ante Wonka. Ese maldito gordinflón y berzotas que siempre me sacó de mis casillas.
- ¡Por fin volvemos a encontrarnos, Willbur! -exclamo, adoptando una pose dramática-. Jamás pensaste que después de tu necia conjura volvieses a verme pero aquí estoy, dispuesto a clamar venganza. ¡Arrepiéntete, miserable!
Me mira de arriba a abajo con cierta indiferencia y vuelve a sus cosas.
- Disculpa, ¿tú quién eres?
- ¡Pero serás! ¿Cómo osas insultar a mi memoria? Esta ofensa no pasará sin castigo; ¿quién te crees que eres, maldita sea? ¡Te salvé la vida tres veces! ¡Hasta morí en una de ellas!
- Pareces muy entero para haber muerto -contesta, sin inmutarse.
- ¡Claro! ¡Porque viví! -Consciente de que lo que acabo de decir puede resultar algo confuso, opto por aclararlo-: A ver, no morí morí. Solo... Morí, ¿sabes? No de verdad, pero toda la Marina me dio por muerto durante una semana para que pudiese salvar tu seboso culo. ¿Cómo has podido olvidarlo?
- Quizá porque nunca he estado en la Marina. Mi...
- ¡¿Pero cómo que no?! Ya basta de mentiras; se acabó. No quiero oír nada más de ti.
- Perfecto.
Me giro hacia Momo. Parece que necesita que intervenga en un conflicto diplomático antes de que la cosa empiece a caldearse a base de bien... Me encojo de hombros. Si Wilbur no me recuerda, qué se le va a hacer.
- Sí, solo dame un momento...
Cojo carrerilla y me lanzo contra Wonka en un placaje que revienta su barreño de dinero. Chilla como un cerdo dolorido, y debajo de tanta grasa esconde unas patitas atrofiadas por los años de sedentarismo. No puedo evitar apiadarme de él. Sin embargo...
- ¡Momo! ¡Este hombre ha puesto un huevo!
Literalmente, parece un huevo de pascua. Espirales a su alrededor dibujando patrones... Sé lo que es, y su asqueroso olor a sudor y putrefacción me lo confirman. Podría aprovechar muy bien este poder en manos de un usuario experto y Momo es la persona adecuada para ello. Así pues, me acerco a él amigablemente, le abro la boca de par en par y le meto el apestoso huevo en ella.
- Es el precio del poder. Lo siento.
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Las venas de mi cabeza empezaban a marcarse cosa fina, esta tía me desquiciaba, claramente le faltaban dos primaveras y cinco minutos a fuego lento, su cerebro no había fermentado del todo. La historia de que había sido marine era curiosa, ¿Eso es lo que te hace la guerra en la cabeza, eso te produce tal trastorno? Era algo peligroso claramente, esperaba no tener nunca esa falta de tornillos. Si mi ansiedad al lado de este ser tan egocéntrico y busca problemas no era suficiente alta, estaba a punto de sufrir un ascenso que ni el de un cohete para viajar a la luna, tras placar al objetivo, pensé que por fin se había centrado y quería acabar las cosas rápidamente, pero no, su delirante mundo acabó abduciendo a mi bella persona nuevamente. Tras aplacarlo, se levanta, me mira lo cual me produce un escalofrío, veo como poco a poco se dirige hacia mi, mi sentido arácnido me decía ¡Corre! pero como no entendía que era eso, me quedé quieto, "Quizás se va a ocupar del susodicho" pensé alegremente pero ni mucho más lejos de la realidad, noté su suave pero firme mano en mi mandíbula, en mi ser, la cual apretó duramente hasta que se me abrió, introdujo su fruto prohibido de forma brusca, no tenía capacidad para tal tamaño, me dilató a la fuerza, me sentí sucio hasta antes de darme cuenta del sabor que tenía su huevo... Un sabor mezclado entre agrio, avinagrado, café con sal, a carne podrida, había olido alcantarillas que ahora mismo, si le diese el lametón al suelo por donde pasan las aguas fecales podría ser una degustación de cinco estrellas... Caí de rodillas al suelo, me agarré al pantalón de Claude con la mano derecha, la izquierda se apoyó en el caliente suelo, ¿Caliente? Ya ni me importaba el incendio de los pisos que estaban por debajo nuestro, solo me importaba vomitar, -¡Sea lo que sea lo que me has introducido sabe a muerte!- Me forcé la arcada pero no había manera, no conseguía expulsarlo de mi cuerpo -Esta vez te has pasado- Comenté con dificultad pues aún tenía arcadas, mi cuerpo lo rechazaba pero no conseguía deshacerme de eso, el sabor se había quedado en mi alma... -Tras un buen rato intentando sin éxito deshacerme de ello, empecé a intentar cambiar el sabor de mi boca, escupí, chupé la pared, ¡De pronto me acordé! Saqué de entre mis ropas la galleta que me dio la encefalograma plana esta y la empecé a masticar sin tragar, eso cambió un poco el sabor, estaba bueno...
Me levanté, con una mirada inyectada en sangre mirando a la pelirroja -¡Puede que me hayas envenenado!- Sí, estaba un poco alterado, no me sentaba bien que me forzasen, era casi una violación de mi cuerpo lo que acababa de hacer y para más inri... -¡Se a cagado!- Gritó el tipo que había cogido el dinero mientras me señalaba y la verdad... Que lo parecía... Miré hacia abajo y todo mi cuerpo estaba cubierta de una sustancia amorronada, parecía ser entre liquida y con grupos, lo que no podía entender era... -¡Me quiero morir! ¿¡Como me he podido defecar encima!? ¡¡Y DE ESTA MANERA!! A rebosado y todo...- La vergüenza hizo que mi cara pasara a ser del color de la sangre, nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida, ni cuando Amalia, la chica mas guapa del instituto me hizo creer que estaba coladita por mi y solo quería bajarme los pantalones en medio dl patio... Menos mal que uno está bien dotado, si no la vergüenza habría sido aún mayor...
Me levanté, con una mirada inyectada en sangre mirando a la pelirroja -¡Puede que me hayas envenenado!- Sí, estaba un poco alterado, no me sentaba bien que me forzasen, era casi una violación de mi cuerpo lo que acababa de hacer y para más inri... -¡Se a cagado!- Gritó el tipo que había cogido el dinero mientras me señalaba y la verdad... Que lo parecía... Miré hacia abajo y todo mi cuerpo estaba cubierta de una sustancia amorronada, parecía ser entre liquida y con grupos, lo que no podía entender era... -¡Me quiero morir! ¿¡Como me he podido defecar encima!? ¡¡Y DE ESTA MANERA!! A rebosado y todo...- La vergüenza hizo que mi cara pasara a ser del color de la sangre, nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida, ni cuando Amalia, la chica mas guapa del instituto me hizo creer que estaba coladita por mi y solo quería bajarme los pantalones en medio dl patio... Menos mal que uno está bien dotado, si no la vergüenza habría sido aún mayor...
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¡Lo sabía! No había vuelto a ver una desde que en Thessalia encontré la mía, pero aun así su característica forma y las espirales que la recorrían eran difíciles de olvidar. El por qué Wonka la guardaba bajo su apestoso trasero es algo que no quiero preguntar, pero si hubiese sido un huevo de pascua ya solo quedaría de él una mancha marrón muy similar a la mierda, tal como el charco en el que se está deshaciendo Momojiro.
- No es mierda, idiota. Es chocolate -espeto, dándole una bofetada. Empieza a oler a humo por aquí, a todo esto-. Momojiro, te he otorgado el regalo más importante que un capitán puede dar a su subcapitán: Mi confianza. Sé que usarás bien tus nuevos poderes chocolatosos para llevar a los Fancy Cock Pirates hasta el Olimpo de los piratas donde todos miran con respeto, temor y un poco de excitación erótica. Lo supe desde el primer momento en que te vi, pues...
Oigo un disparo antes de que suceda. Mi Hamon me alerta de él, y puedo ver cómo el reguero de pólvora salpica los mórbidos dedos de Wonka. Cierro los ojos entonces, y viendo el cielo estrellado que se forma en mis retinas me voy volteando, consciente de qué debo hacer. Oigo ahora sí el disparo con mis oídos, pero ya estoy con la mano en el cuchillo y antes de que la bala llegue hasta mí la golpeo como si se tratase de una pelota. No con fuerza, eso podría ser letal para el cebollero, sino con delicadeza para desviarla ligeramente, apenas unos pocos grados, haciendo que el tipo de la pasta caiga al suelo muerto. Le ha perforado la yugular.
- Eso ha estado feo -digo, abriendo los ojos-. De no ser por mi desmesurada habilidad podrías haberme hecho algo de sangre y todo. ¿Te parece bonito, Wilbur?
No escucho lo que me dice, solo me acerco a la puerta. La temperatura está subiendo. Cuando la abro pueden verse las llamas en la moqueta y extendiéndose por las paredes llenas de papel pintado. No creo que un edificio tan alto tenga las vigas de madera, pero aun así debe estar a punto de colapsar. Menos mal que estamos en le punto más alto, o nos caería encima.
- Parece que algún insensato ha incendiado la fábrica -digo-. Tu paso por el mundo y el chocolate Wonka serán mañana cosa del pasado, un recuerdo que tardará en olvidarse menos de lo que tú has tardado en olvidar tu tiempo en la Marina.
- ¡Por última vez! ¡Nunca he sido marine!
- En una cosa tienes razón -reflexiono-. Es la última vez que lo dices.
Tomo carrerilla y me dejo deslizar por el suelo, empujando su orondo cuerpo cuando lo golpeo, reventando el ventanal a su espalda y haciéndolo caer al vacío. Yo casi también, pero afortunadamente me agarro a la alfombra y doy frenado. Estaba un poco pasado de vueltas, pero nada que no se resuelva siendo yo. Además, gracias al noble sacrificio de Wonka ahora tenemos una salida, así que me limito a recoger todo el dinero que hay por la sala en una gran bolsa que casualmente lleva puesto el símbolo del berrie. Debe haber cien mil millones de trillones de berries ahí, o un par de decenas de millones. No me molesto en contarlos, la verdad. Tampoco es como si fuera a quedármelo.
- Momo, ¿confías en mí?
Responda lo que responda, salto por la ventana.
- No es mierda, idiota. Es chocolate -espeto, dándole una bofetada. Empieza a oler a humo por aquí, a todo esto-. Momojiro, te he otorgado el regalo más importante que un capitán puede dar a su subcapitán: Mi confianza. Sé que usarás bien tus nuevos poderes chocolatosos para llevar a los Fancy Cock Pirates hasta el Olimpo de los piratas donde todos miran con respeto, temor y un poco de excitación erótica. Lo supe desde el primer momento en que te vi, pues...
Oigo un disparo antes de que suceda. Mi Hamon me alerta de él, y puedo ver cómo el reguero de pólvora salpica los mórbidos dedos de Wonka. Cierro los ojos entonces, y viendo el cielo estrellado que se forma en mis retinas me voy volteando, consciente de qué debo hacer. Oigo ahora sí el disparo con mis oídos, pero ya estoy con la mano en el cuchillo y antes de que la bala llegue hasta mí la golpeo como si se tratase de una pelota. No con fuerza, eso podría ser letal para el cebollero, sino con delicadeza para desviarla ligeramente, apenas unos pocos grados, haciendo que el tipo de la pasta caiga al suelo muerto. Le ha perforado la yugular.
- Eso ha estado feo -digo, abriendo los ojos-. De no ser por mi desmesurada habilidad podrías haberme hecho algo de sangre y todo. ¿Te parece bonito, Wilbur?
No escucho lo que me dice, solo me acerco a la puerta. La temperatura está subiendo. Cuando la abro pueden verse las llamas en la moqueta y extendiéndose por las paredes llenas de papel pintado. No creo que un edificio tan alto tenga las vigas de madera, pero aun así debe estar a punto de colapsar. Menos mal que estamos en le punto más alto, o nos caería encima.
- Parece que algún insensato ha incendiado la fábrica -digo-. Tu paso por el mundo y el chocolate Wonka serán mañana cosa del pasado, un recuerdo que tardará en olvidarse menos de lo que tú has tardado en olvidar tu tiempo en la Marina.
- ¡Por última vez! ¡Nunca he sido marine!
- En una cosa tienes razón -reflexiono-. Es la última vez que lo dices.
Tomo carrerilla y me dejo deslizar por el suelo, empujando su orondo cuerpo cuando lo golpeo, reventando el ventanal a su espalda y haciéndolo caer al vacío. Yo casi también, pero afortunadamente me agarro a la alfombra y doy frenado. Estaba un poco pasado de vueltas, pero nada que no se resuelva siendo yo. Además, gracias al noble sacrificio de Wonka ahora tenemos una salida, así que me limito a recoger todo el dinero que hay por la sala en una gran bolsa que casualmente lleva puesto el símbolo del berrie. Debe haber cien mil millones de trillones de berries ahí, o un par de decenas de millones. No me molesto en contarlos, la verdad. Tampoco es como si fuera a quedármelo.
- Momo, ¿confías en mí?
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Recibí un guantazo por parte de Claude para volver a centrarme y eliminar mi histeria, parpadeé a la velocidad que vuela un colibrí y miré mis piernas, si que es verdad que aún que la mezcla de solido y líquido eran bastante parecido a una gastroenteritis aguda, el olor no era ni similar, no quería tocar mis pantalones, no quería ni moverme para no tocar esa sustancia, pero en lo extraño de la situación había algo peor... ¿¡Que puñetas está diciendo de confianza y poderes!? ¡¿Después de provocarme semejante descomposición estomacal piensa que me voy a tomar en serio un cuento de críos?!
De forma instantánea, tras despistarnos en nuestros delirios, se escucha un gran y seco estruendo, wonka había disparado hacia nosotros, pero por una extraña casualidad quien recibió el disparo fue el tipo del cual me olvidé temporalmente, observé que la pelirroja estaba con un cuchillo en la mano ¿Había desviado la trayectoria? ¡Y un huevo! Si encima será fuerte y todo... Bueno, dice que ha estado en Gran Line quizás hay más oculto de lo que parece... -Parece que algún insensato ha incendiado la fábrica- Momojiro y unos cuantos de los fortachones que grita a lo lejos mientars se queman gritan a la par -¡HAS SIDO TU!- ¡¿Como se puede tener tanto morro?! Las llamas se acercaban peligrosamente, estaban apunto de devorarnos, ya estaban cual carcoma por paredes, techos y suelos, el cutre papel pintado prendía cosa fina, entre que era papel y el pegamento que tendría detrás, no iban a tardar en ser ceniza...
Veo como la alocada "capitana" se lanza a lo loco contra Wonka y lo lanza por la ventana quedando así cerca del vacío, intento correr hacia él, pero la sustancia de mis piernas me hace ir lento, está pegada al suelo y me cuesta caminar, como si medio cuerpo mío estuviera enterrado en arenas movedizas, consigo zafarme y correr hacia mi objetivo hasta cogerle la mano, pero antes de que pudiera alcanzarla, el ser descerebrado salta por la ventana -¡Sa matao paco!- Grito al verlo caer, intenté atraparlo, dios sabe que lo intenté, pero no lo conseguí... Le recordaré toda la vi... -¡Ahhh!- Caí...
Se conoce que mis piernas no eran lo mejor en el estado que me provocó la personificación de la locura, se me derritieron ¿Os lo podéis creer? Intenté agarrarme a la cornisa pero el pánico me pudo... Espera... ¿Mi mano se deshizo en esa sustancia negruzca? No fue el miedo, mi mano desapareció, por eso caí... Lo comprendí mientras caía moviendo los brazos como si fuera un pato, no podía volar pero oye, lo intenté como un polluelo recién nacido pero finalmente caí de bruces contra el suelo muriendo irremediablemente...
Dos minutos después...
-¡Ostias! ¿Sigo vivo?-
De forma instantánea, tras despistarnos en nuestros delirios, se escucha un gran y seco estruendo, wonka había disparado hacia nosotros, pero por una extraña casualidad quien recibió el disparo fue el tipo del cual me olvidé temporalmente, observé que la pelirroja estaba con un cuchillo en la mano ¿Había desviado la trayectoria? ¡Y un huevo! Si encima será fuerte y todo... Bueno, dice que ha estado en Gran Line quizás hay más oculto de lo que parece... -Parece que algún insensato ha incendiado la fábrica- Momojiro y unos cuantos de los fortachones que grita a lo lejos mientars se queman gritan a la par -¡HAS SIDO TU!- ¡¿Como se puede tener tanto morro?! Las llamas se acercaban peligrosamente, estaban apunto de devorarnos, ya estaban cual carcoma por paredes, techos y suelos, el cutre papel pintado prendía cosa fina, entre que era papel y el pegamento que tendría detrás, no iban a tardar en ser ceniza...
Veo como la alocada "capitana" se lanza a lo loco contra Wonka y lo lanza por la ventana quedando así cerca del vacío, intento correr hacia él, pero la sustancia de mis piernas me hace ir lento, está pegada al suelo y me cuesta caminar, como si medio cuerpo mío estuviera enterrado en arenas movedizas, consigo zafarme y correr hacia mi objetivo hasta cogerle la mano, pero antes de que pudiera alcanzarla, el ser descerebrado salta por la ventana -¡Sa matao paco!- Grito al verlo caer, intenté atraparlo, dios sabe que lo intenté, pero no lo conseguí... Le recordaré toda la vi... -¡Ahhh!- Caí...
Se conoce que mis piernas no eran lo mejor en el estado que me provocó la personificación de la locura, se me derritieron ¿Os lo podéis creer? Intenté agarrarme a la cornisa pero el pánico me pudo... Espera... ¿Mi mano se deshizo en esa sustancia negruzca? No fue el miedo, mi mano desapareció, por eso caí... Lo comprendí mientras caía moviendo los brazos como si fuera un pato, no podía volar pero oye, lo intenté como un polluelo recién nacido pero finalmente caí de bruces contra el suelo muriendo irremediablemente...
- Spoiler:
Dos minutos después...
-¡Ostias! ¿Sigo vivo?-
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Una vez por la ventana de un edificio, ya no hay vuelta atrás. Por eso para asegurarte de que no sea tu último salto deberías asegurarte de que estás en un bajo, o en un primero a lo sumo. Eso funciona para la mayoría de las personas, e incluso en este grupo hay un porcentaje bastante elevado de personas que prefieren no saltar en ninguna circunstancia, por lo que en una situación ideal está claro que nadie desearía hacerlo, pero claro: La factoría está en llamas. La distracción que preparé para salvar a Momojiro se ha ido de las manos y por alguna razón han decidido no apagar el fuego. Tal vez, solo tal vez, debería haber optado por no prender toda la planta baja... O no, qué más da. En cualquier caso estoy cayendo y quizá debería hacer algo, pero todo pasa muy deprisa. Oh, espera. ¡Ya sé!
La gravedad es una ley, y yo no obedezco leyes, por lo que no tengo por qué seguirla. Empiezo a aletear intentando evadirla, pero parece que la ley ha caído sobre mí. Para hacerme caer. A no ser que... No, no debo hacer eso. Bueno, en realidad podría, pero a estas alturas si me freno el mojón chocolatoso en el que se está transformando un Momojiro que por alguna razón ha decidido saltar en el peor momento.
- ¡¿No podías esperar a que aterrizase?! -grito-. ¡Me vas a manchar, leches!
No me queda más remedio que activar mi Habuso y respirar profundamente mientras el suelo se agrieta bajo mis pies. Hierático, mantengo las piernas abiertas mientras miro hacia abajo. Me quedaría un momento posando, pero dado que este pestuzo está a punto de caérseme encima me aparto hacia atrás y, ya a salvo, vuelvo a colocarme. Como si estuviera planeado la cara de Momo queda mirando hacia mí. Está hecho un asco, pero por lo menos sigue vivo. Y yo tengo un tarro.
- Bien, esto no te va a gustar del todo, pero va a garantizar tu supervivencia.
Cuando aprietas lo bastante el cráneo de un pulpo al hincharse de nuevo funciona como una pipeta -al menos, a mí me funciona así- y lo sorbo poquito a poco. El pulpo se muere al apretar tanto y se mezcla momo con sesos de cefalópodo, pero peor es morirse. Yo solo voy a sacarlo de ahí y ya en el barco lo saco. así que cierro el tarro y echo a caminar, contento de la vida.
- Ya verás, Momo. Tener una fruta del diablo es lo más, salvo por lo de no poder nadar y la alergia a los calcetines. Nunca te acerques al calcetín, es tu mayor debilidad. Bueno, y el agua de mar, y el Habuso. Si te confías demasiado el habuso atravesará tu corteza de logia y morirás. Y sería una pena perder a alguien tan valioso.
Le voy diciendo más cosas mientras empieza a tronar y llover cada vez con más fuerza. Afortunadamente he cerrado el tarro para evitar que se moje. Soy un buen capitán.
La gravedad es una ley, y yo no obedezco leyes, por lo que no tengo por qué seguirla. Empiezo a aletear intentando evadirla, pero parece que la ley ha caído sobre mí. Para hacerme caer. A no ser que... No, no debo hacer eso. Bueno, en realidad podría, pero a estas alturas si me freno el mojón chocolatoso en el que se está transformando un Momojiro que por alguna razón ha decidido saltar en el peor momento.
- ¡¿No podías esperar a que aterrizase?! -grito-. ¡Me vas a manchar, leches!
No me queda más remedio que activar mi Habuso y respirar profundamente mientras el suelo se agrieta bajo mis pies. Hierático, mantengo las piernas abiertas mientras miro hacia abajo. Me quedaría un momento posando, pero dado que este pestuzo está a punto de caérseme encima me aparto hacia atrás y, ya a salvo, vuelvo a colocarme. Como si estuviera planeado la cara de Momo queda mirando hacia mí. Está hecho un asco, pero por lo menos sigue vivo. Y yo tengo un tarro.
- Bien, esto no te va a gustar del todo, pero va a garantizar tu supervivencia.
Cuando aprietas lo bastante el cráneo de un pulpo al hincharse de nuevo funciona como una pipeta -al menos, a mí me funciona así- y lo sorbo poquito a poco. El pulpo se muere al apretar tanto y se mezcla momo con sesos de cefalópodo, pero peor es morirse. Yo solo voy a sacarlo de ahí y ya en el barco lo saco. así que cierro el tarro y echo a caminar, contento de la vida.
- Ya verás, Momo. Tener una fruta del diablo es lo más, salvo por lo de no poder nadar y la alergia a los calcetines. Nunca te acerques al calcetín, es tu mayor debilidad. Bueno, y el agua de mar, y el Habuso. Si te confías demasiado el habuso atravesará tu corteza de logia y morirás. Y sería una pena perder a alguien tan valioso.
Le voy diciendo más cosas mientras empieza a tronar y llover cada vez con más fuerza. Afortunadamente he cerrado el tarro para evitar que se moje. Soy un buen capitán.
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